miércoles, 16 de octubre de 2013

El crédito es la corriente sanguínea de nuestra economía, y otras tonterías.

Es increíble que el discurso político, tras ya 5 años de crisis económica, no haya cambiado. Uno puede encender la televisión, tropezar con algún debate o entrevista en la que se encuentre algún dirigente de algún partido mayoritario y pronto descubrirá que de alguna manera han conseguido detener el tiempo. Ver dicha entrevista, aunque cambie el personaje ó se trate del PP o PSOE, será igual que ver aquella con la que uno tropezó 3 años atrás por ejemplo.

En los Desayunos de TVE* le preguntaban a una dirigente del PSOE sobre cómo pensaban crear empleo, además de haber tratado los temas de Cataluña y las Primarias de su partido. Nos interesa lo primero, la generación de empleo.  La dirigente señalaba que el crédito era el flujo sanguíneo de la economía. También agregaba, con razón, que las PYMES, las pequeñas y medianas empresas, eran las que creaban la mayor parte del empleo en España. Además, ponía de manifiesto, que muchas PYMES están cerrando no por falta de actividad económica sino por falta de financiación. Y finalmente, que hasta hace poco dichas PYMES conseguían financiación de los bancos para sus actividades, y que ahora no tener dicho acceso estaba llevando a que estás cerrasen aunque efectivamente se tratasen de negocios viables.

Como mínimo hallamos ingenuidad en este discurso, y finalmente, cierto cinismo. Hallamos que a día de hoy lamentablemente se sigue analizando la economía de Marte. Vemos aún, tras toda la indignación que causo el PSOE, que el partido que debería representar a la izquierda no intenta dar soluciones realistas. Encontramos cierto cinismo al señalar dicha política que hasta hace poco las PYMES conseguían financiarse con facilidad, creo que aquellas que sufren la contracción del crédito no considerarían 5 años como poco tiempo.

Empecemos por el principio. Estamos bajo una economía capitalista lo cual significa, si insistimos en hacer paralelismo con la medicina, que el flujo sanguíneo de la misma es el consumismo. Una economía capitalista funciona favorablemente, dentro de sus limitaciones en aquello que podamos considerar favorable, cuando hay un alto consumo, es decir, cuando los agentes económicos no paran de comprar y vender. Del modo que el flujo sanguíneo navega por todo el cuerpo, el consumismo navega por toda nuestra economía. Del mismo que si no llega la sangre a alguna parte del cuerpo estaremos ante serios problemas de salud, si desaparece el consumo, es decir, cae la demanda de algún sector en particular, este tendrá graves problemas o incluso podrá llegar a desaparecer.  El crédito en tal caso representa el colesterol que obstruye las arterias/venas. O pongamos otro ejemplo médico, de los que tanto gustan a los economistas y políticos, si el consumismo es el aire que respira el cuerpo, el crédito son los cigarrillos que este se fuma y terminan por provocar un cáncer de pulmón y complicar el ejercicio de respiración al cuerpo hasta que se vuelva una tarea imposible.

Hace siete años España se encontraba escalando los últimos metros de la cúspide de la burbuja inmobiliaria. Como toda burbuja está implico un fuerte endeudamiento, el cuál en este caso se concentro en el sector privado. El crédito, la deuda, se utilizo  para la participación en la burbuja inmobiliaria, sea para especular o para adquirir primera vivienda. Además, dicho crédito expandió la demanda, fomento el consumo, a pesar que la desigualdad siguiese en aumento al igual que caía la participación de los salarios sobre el PIB. Bajo estas circunstancias, aumento de desigualdad y caída salarial sobre la participación total del PIB, el crédito funciona como los cigarrillos. La economía pudo fumarse unas cuantas cajetillas de tabaco al día durante una serie de años pero inevitablemente ha contraído el cáncer de pulmón.  

Veamos más de cerca el problema; la deuda privada que se contrajo durante la burbuja estaba respaldada por un sector que estaba en un fuerte crecimiento y sobrevalorado, el sector inmobiliario, que a su vez impulsaba directa e indirectamente el resto de sectores de la economía. Es decir, el boom inmobiliario estaba empujando el resto de sectores de la economía y, a su vez, se trataba del sector más rentable, estos dos factores hacían que el crédito en aquel entonces se basase en el sector inmobiliario. Lo anterior implica que quién solicitase un crédito con fines productivos era medido por el termómetro inmobiliario, y también, naturalmente, por quién lo solicitase para adquirir una vivienda. A esta situación le sumamos la amplia liquidez con la que contaban los bancos españoles, liquidez que venía del exterior, y lo rentable que era endeudarse al estar la inflación española por encima del tipo de interés del mercado europeo.

¿Cuál fue el resultado de esta situación? El sector privado español termino increíblemente endeudado. Endeudamiento que al basarse en un sector claramente sobrevalorado, cuyo valor incluso a día de hoy aún cae, también está sobrevalorado. Es decir, la deuda privada, al igual que la burbuja que alimento, está sobrevalorada. Por ejemplo, Pepe en el 2006 compro una casa por 220.000 euros y pidió un crédito hipotecario la misma cantidad, a día de hoy Pepe sigue debiendo 220.000 euros y su casa vale 100.000 euros, Pepe es poseedor de una deuda sobrevalorada que adquirió en su momento para comprar un activo sobrevalorado, una casa que en el mejor de los casos al final de la caída de los precios de la vivienda llegara a valer tan sólo 55.000 euros**. Pero el problema de Pepe no termina aquí, sino que los ingresos de Pepe no han parado de caer desde que empezó la crisis, es posible que sus ingresos también estuviesen artificialmente inflados*** gracias a la ilusión inmobiliaria al igual que también estuviese artificialmente inflado el sector en el cuál trabajaba. O simplemente Pepe puede ser un funcionario de Andalucía que ha perdido ya el 25% de su poder adquisitivo.

Es tal la situación a la que se enfrenta el sector privado, a una situación de sobre endeudamiento, que además está sobrevalorado, y con una contracción de la demanda (del consumo). Y la solución que se ofrece, o mejor dicho se lleva buscando con poco éxito durante los últimos 5 años, es reactivar el crédito, es decir, que el sector privado pueda seguir endeudándose. 

El problema de dicha solución es que; el sector privado ya está endeudado, y no puede soportar el nivel de endeudamiento que tiene en una situación en la que no para de caer la demanda. Y basar la demanda en el endeudamiento familiar y de las pequeñas empresas, ya seriamente endeudados, no es buena idea. Las PYMES necesitan que se reactive el consumo, que la demanda vuelva.

La economía española no necesita precisamente la reactivación del crédito ahora mismo, es más, su necesidad de crédito puede llegar a ser un indicador de debilidad. Forzar el crédito en la economía ahora mismo equivaldría a intentar apagar un fuego gasolina, sea este provisto por parte del sector público o por parte del sector privado.

La economía española actualmente cuenta con una deuda superior a la que puede soportar. Dicha deuda no puede ser devuelta. La economía española está atravesando por un proceso deflacionario**** tanto en precios como en salarios, lo cual se debe a que la parte artificial del crecimiento económico traído por la burbuja se está evaporizando. Este decrecimiento es ajeno a la deuda, es verdad que las familias se están desendeudando pero por otro lado el Sector Público se está endeudando (gracias en parte a sus intentos de salvar el sector financiero). Es necesaria una devaluación de la deuda en la misma medida que cae el sector a la que está relacionada, es necesaria una devaluación de la deuda privada.

Con una devaluación de la deuda privada producida por la burbuja inmobiliaria se daría a los agentes económicos de España un mayor margen para consumir e invertir. Es decir, devaluando las hipotecas en la misma cuantía que se devalúan la vivienda se daría un importante margen a las personas para consumir.  El coste de dicha reducción de deuda privada tendrá que ser asumida por los acreedores, y no el Gobierno. Dicha deuda ha de desaparecer de la ecuación, si la asume el Gobierno seguirá estando e impidiendo la recuperación económica.

Por otro lado, para que sea posible la creación de empleo, el Gobierno ha de tomar un papel activo en la economía. Medidas han de ser tomadas en varios campos y de forma simultánea y urgente. A continuación se enumeran algunas.

Primero el Gobierno tiene que detener y revertir su política de devaluación de salarios de aquellas personas que trabajan para el Sector Público, al igual que su política de devaluación de pensiones. Como ya fue señalado, el Capitalismo vive del consumismo, reduciendo los ingresos del funcionariado y de los jubilados lo único que se logra es contraer aún más el consumo y retrasar la recuperación. Segundo, ha de invertir en la economía real, desarrollar un sector capaz de tener un efecto significativo y positivo en la economía, es decir, comenzar el desarrollo de un sector (o sectores) cuya dimensión natural sea equivalente a la que creció el sector inmobiliario gracias a la burbuja. Su tamaño e importancia ha de ser sostenible en el tiempo, no sería deseable crear otra burbuja inmobiliaria o burbuja de otro estilo. En este aspecto sería inteligente renovar la inversión en el desarrollo de las energías renovables, y no dedicar el gasto público en poner nuevas farolas tal como hizo el Plan E. Tercero, es necesaria la creación de una Banca Pública que sirva como elemento estabilizador dentro del sistema financiero español y financie aquellos sectores consideradores estratégicos. La creación de dicha Banca no ha de perseguir dar los créditos que la privada no da, de momento, reiteramos, un mayor endeudamiento sin una recuperación a la par del consumo y de la economía no es deseable. No obstante, la creación de la misma plantea el grave problema de determinar el modo en que será gestionada, problema que ha de ser solucionado con realismo en relación al panorama político y social español. Luego, en relación a aquellas PYMES que se encuentren en problemas de liquidez no es deseable dejarlas caer, por tanto implementar una línea de crédito público sin intereses, o incluso a fondo perdido, que subsane este problema de forma transitoria puede llegar a ser una idea apropiada y que no implique un mayor nivel de endeudamiento privado insostenible. Cuarto, es necesaria una regulación del sistema financiero, a nivel nacional e internacional. Quinto, una quita de parte de la deuda pública dirigida a aquella parte que es considerada ilegítima. Finalmente, la clásica reforma impositiva en pos de un sistema más progresivo y que busque reducir por lo menos a la mitad el fraude fiscal.
Estas son las medidas que podrían ser tomadas para poder afirmar que a corto plazo la economía española tendrá una recuperación económica significativa y estable con creación de empleo incluida.

* 15 de octubre de 2013. La portavoz del PSOE en el Congreso Soraya Rodríguez.

**El valor de 55.000 euros no es uno elegido aleatoriamente, según Galbraith tras las burbujas especulativas el hundimiento del precio del activo objeto de especulación en el mejor de los casos cae al 25% del precio que este tenía en la cima de la burbuja. Claro que está aproximación es a nivel agregado, habrá mansiones cuyo precio no se vea significativamente afectado mientras que habrá casas de campo o pisos en barrios menos favorecidos cuya caída sea mayor.

***Ingresos artificialmente inflados: esto merece una explicación extensa aparte, la prometo para un futuro cercano. Pero por dejar la idea básica; el desarrollo de un sector de forma insostenible y que sobrepase el tamaño que lógicamente se puede esperar de este implica que los beneficios de este sector también sean irracionalmente altos. Y esto trae el mismo efecto, en mayor o menor medida, al resto de sectores satélites. Incluso en una burbuja puede suceder que al estar el precio del activo muy por encima de su valor los salarios empiecen a estar por encima de su valor, o cerca del mismo, siendo los increíbles beneficios del sector una completa ilusión. Esto de ningún modo contradice el hecho de que la desigualdad haya aumentado y la participación de los salarios haya caído sobre el total de la economía. De nuevo, la argumentación necesaria es extensa.


**** El IPC con impuestos constantes, es decir, sin tener en cuenta las subidas de impuestos sobre el consumo producidas tras el 2011, muestra o estancamiento o decrecimiento. 

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