La defensa de los intereses
Es curiosa
la doble moralidad y doble sentido implantado
actualmente en la sociedad
española por los distintos medios propagandísticos y sus portavoces. La crisis económica ha
acrecentado el conflicto social, o de intereses. No solo lo ha acrecentado,
sino que ha desmascarado la fuerza e unión con la que presionan los distintos
grupos de presión, y también ha terminado de caer el telón que cubría las
prioridades del Gobierno, en relación a
los grupos que le interesa y cuáles no. Cuáles tienen la capacidad de organizarse y
cuáles no, dónde existe conciencia de clase y dónde la misma fue evaporizada
por el calor de la burbuja.
Empecemos
por el principio. Cualquier institución, empresa
o incluso persona está rodeada
por un entorno, por simplificar nos quedaremos con el caso de una institución.
Partamos de que la institución influye al entorno, a la vez, que el entorno
influye a la institución. Siendo el entorno que nos interesa hoy la sociedad en
general, hay grupos de presión que determinan las decisiones de la institución presionándolas
para que tomen las medidas oportunas a
su favor. Los distintos grupos de presión que influyen a la Institución suelen
tener intereses contrapuestos. Por tanto, el grupo que presione más se
beneficiara, y el que menos presione perderá, y así afectan las instituciones a
la sociedad y los distintos grupos por el cual está conformada. Dichos grupos
se representan en clases sociales, además de los lobbies empresariales. De ahí
la importancia de la presión social sobre las instituciones, o sobre el Gobierno.
El Derecho a
la no huelga
La crisis pone muchas cosas en evidencia, la cual es tal que
es imposible de ignorar. Aquellos y aquellas que defendemos la movilización, la
huelga, entre otras cosas, como método de presión de la clase social a la que
pertenecemos nos encontramos contra un argumento, que cae sobre nuestras
cabezas como un cubo de agua helada, diseñado por los liberales de la derecha
denominado “derecho a no hacer huelga”.
Claro, el “derecho a no hacer huelga” ¡es un derecho! ¿Quién se enfrenta a él?
Un derecho ficticio que parte de la sociedad ha decidido ahora adjudicarse para
observar cómodamente como se destruyen sus derechos reales tales como tener un
trabajo digno, educación de calidad pública y gratuita, sanidad de calidad
pública y gratuita, entre otros, que se podría resumir en el derecho a vivir
una vida digna. Renuncian al derecho a vivir una vida digna a cambio del “derecho a no hacer huelga”, si no
renuncia a dicho derecho una persona en si misma si lo renuncia para el resto
de la sociedad. Es decir, existen aquellas personas que pueden permitirse, por
ejemplo, la privatización de la sanidad, y por tanto no luchan por la sanidad
pública, universal y de calidad, es más puede que incluso que luchen a favor de
su privatización, no les interesa pagar vía impuestos algo que no necesitan. Dichas
personas renuncian al derecho de vida digna del resto de sus conciudadanos y
conciudadanas, generaciones futuras (que pueden ser las suyas mismas) y de
ellas mismas ante el evento que les pueda llevar a vivir en un futuro una
situación económica completamente distinta (menos favorable, en la cual no
pueden permitirse la sanidad privada). Luego están aquellas personas que sería
lógico que defiendan el derecho a una vida digna, pertenecen a un grupo más
vulnerable que el anterior, la clase baja y media, la inmensa mayoría. Dicho
sector se esperaría que presionase a favor de sus intereses, tal como hacen con
mucho ahincó otros segmentos de la sociedad,
es decir, la otra clase. Y es
precisamente este sector social el cuál parte, una parte importante, se ha
adjudicado el derecho de no hacer nada, no hacer nada como grupo de presión. Y
no solo ello.
Uno en la facultad escucha muchas cosas, entre ellas la
magnífica afirmación “yo tengo derecho
ir a clase”. En un contexto de huelga educativa inminente esta frase, con
ingenuidad, llevaría a pensar que el apoyo a la huelga sería coherente por la
persona que la efectuó, querrá seguir yendo a clase. Pero no, a pesar de los
recortes que sufre la Universidad, que disminuye la calidad de la enseñanza y
las oportunidades que sea capaz de ofrecer dicha institución al estudiantado, a
pesar de la subida de las tasas, lo más de 1300 estudiantes expulsados de la
Universidad de Málaga (ó la caída en 21.000 en matriculaciones en este curso
2012/2013*), dicha afirmación viene acompañada por un no apoyo a la huelga.
Parece ser que tampoco importa que las carreras vayan a ser de 3 años, haciendo
prácticamente obligatorio un máster de 2 años que como mínimo sale entre el
doble y el triple. Es decir uno deduce que el/la individuo/a le gusta ir a
clase hoy pero no mañana, no le importan las medidas que tomo el Gobierno ni
las que puede llegar a tomar en breves que pondrán aun más en peligro su
derecho de ir a clase o que el goce de dicho derecho le cueste más a cambio de
una calidad menor.
Los derechos implican obligaciones, o deberes si lo
prefieren. Hasta ahí con el derecho a no
hacer huelga, pero antes me pregunto
¿Qué obligación conlleva el no hacer huelga? Y tengamos en cuenta que los
derechos son colectivos, al igual que los deberes, excepto para el Rey.
Por
tanto, evitemos en el futuro en escudarnos en el derecho a la no huelga, si
está a favor de la privatización de la Universidad, dígalo y no participe. Al
igual que si está a favor de la privatización de la Sanidad, a favor de la
Reforma Laboral, etc. Naturalmente, existen quienes no hacen Huelga porque no
tienen otra opción, o trabajan o pierden el trabajo, aquellos lamentablemente
están al servicio de empresas que aun piensan que están en el siglo XIX o que
piensan que están en países no democráticos que no tienen reconocido el derecho
a la huelga. Tal por el camino que vamos dentro poco escucharemos “la empresa
está ejerciendo su derecho a que los/las trabajadores/as no hagan huelga”.
Ni en el individualismo se renuncia a los intereses propios
No obstante, el súmmum lo encontramos en nuestra comunidad
entre aquellos y aquellas que no solo deciden no luchar por sus intereses, sino
que deciden luchar por los intereses de la clase contraria. El colmo de los
intereses contrapuestos. Ahí vemos el punto hasta el cual llego el lavado de
cabeza impulsado por el neoliberalismo mediático. Es decir, hemos llegado al
punto en el que un estudiante apoye las subidas de las tasas, una ciudadana de
clase baja o media la privatización de la sanidad, un jubilado la bajada de su
jubilación (admito que este caso aun no me lo he cruzado, pero si trabajadores
que defiendan el atraso de la jubilación y la disminución de la misma). El
neoliberalismo mediático ha conseguido que se defiendan los intereses de los
bancos a capa y espada, o de alguna empresa multinacional (ni siquiera
nacional), cuando claramente dichos intereses son perjudiciales para la persona
en cuestión. Es completamente plausible,
por poner un ejemplo, que mañana en Paraguay se expropie una fábrica de Coca –
Cola y la indignación social en España, alimentada por los medios, sea mayor
que la que hubo por la subida de las tasas (claro que no veremos
manifestaciones, pero en conversaciones de bar o pasillos si lo notaremos
defendiendo los derechos de Coca - Cola). Es mayor la indignación que pueda
llegar a provocar que un equipo de futbol quede fuera de un torneo por
defraudar a Hacienda que la que provoca la misma defraudación por el mismo,
despierta más interés lo “barato” o “caro” que sale un jugador de futbol en
cuestión que la devaluación de los salarios de los funcionarios en un 25%, en
Andalucía, desde que empezó la crisis económica.
Estamos llegando al punto en el que el individualismo,
entendido como la lucha por los intereses de uno, la búsqueda de beneficios de
forma individual como la mejor forma de vida, una falacia increíble, no se está
aplicando más a cambio de una increíble solidaridad materializada en la defensa
de los intereses de la clase privilegiada.
Finalmente está la incoherencia hallada entre los militantes
dogmaticos convencidos de los grandes partidos. Y el mejor caso lo encontramos
en relación a la subida del IVA. Es sabido los bruscos cambios de opinión de
ambos partidos en relación a este tema, a favor mientras estaban en el poder,
en contra al ocupar la oposición. Entiendo este comportamiento aparentemente
errático de la cúpula de ambos partidos, pero no, sin embargo, la facilidad sus
seguidores en copiarlo y de repetir las mismas excusas “Europa obliga”, “la
herencia recibida”, “Europa obliga otra vez”, “hemos vivido por encima de
nuestras posibilidades”… Fanatismo u
estupidez, o ambas cosas, falta de análisis y juicio crítico, lavado de cabeza…
La pobre argumentación a favor de su
partido señalando los problemas del partido contrario, que da a entender que su
partido es el mal menor.
Y así bajo este desorden nos enfrentamos a una de las
mayores crisis económicas de la historia, la cual se saldara con la derrota de
la mayoría por parte de la minoría, con un incremento de la desigualdad,
problemas económicos y sociales que pondrán a la sociedad en general en una
posición mucho más vulnerable a la actual cuando se materialice la próxima
crisis económica. Así será dado el camino que estamos tomando. Y así hasta el
punto en el que no queden más derechos por defender.
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