Tras una burbuja, una crisis y un tsunami de corrupción, hemos
visto como el mapa político español ha cambiado de forma significativa. Difícil
es determinar durante cuánto tiempo el proceso de cambio continuara, o sí
estamos ante lo que la historia política española denominara en un futuro como “anomalía”.
No creo que estemos ante una anomalía, y en todo caso, hay que hacer frente a
la presente situación. Entender que la Democracia es un sistema complejo.
Rajoy, ha sido realista, en términos prácticos ha abandonado
la idea de ser Presidente. Quizás espere unas nuevas elecciones, aunque la
mejora de sus resultados es improbable. No va a formar gobierno, ningún otro
partido le apoyara. El PP ha de elegir un nuevo candidato y comenzar una
regeneración integral. Sí, tienen una masa de votantes que no desaparecerá fácilmente.
Votantes que no penalizaran al partido pase lo que pase. En el mejor de los
casos lo ven como el mal menor, y en el peor de los casos lo votan como quién
es seguidor del Real Madrid. Nació del Real Madrid, morirá como tal. No
obstante, sin una regeneración completa, el PP irá perdiendo fuerza. Es simple,
han de dejar de cargar gasto en concepto de “putiferios” a las arcas públicas.
Esto sucedera siempre y cuando Ciudadanos y Podemos no hagan desastres, o se conviertan en
una Mafia Iraní-Siciliana.
Como saben los pactos son ineludibles, y el juego de la
Democracia comienza. No podrá imperar un único punto de vista. En lo que
algunos etiquetan de inestable, otros vemos la oportunidad de la creación de un
gobierno representativo. Las negociaciones que están teniendo lugar, y el
posible pacto, son el precio que se ha de pagar para evitar un gobierno que
ignore a la mitad de la población. La mayoría absoluta habilita a un partido
determinado a gobernar dándole la espalda a la mitad de la población. Y por
desgracia, dicha capacidad se aplica. No se ha entendido que si uno saca
mayoría absoluta, no implica la desaparición de quienes no les ha votado. En cambio, un gobierno que dependa de
distintas fuerzas políticas es en principio más proclive a tener en cuenta a
los distintos sectores de la sociedad.
Ahora Pedro intenta formar gobierno. Sus probabilidades de
éxito son bajas, aunque está demostrando ser mucho más hábil de lo que me
esperaba. El posible gobierno que surja será de izquierdas con fuerzas
independentistas, o no será. Es deseable que negocie con Ciudadanos, de eso se
trata la Democracia, pero los resultados serán inútiles. El PSOE liberal podrá
entenderse con Ciudadanos, y la cúpula del partido será feliz, pero no contará
con el apoyo de ninguna otra fuerza política. Las cuentas no salen.
La Rosa, Irán, la independencia y el comunismo son la opción.
Que funesto suena, pero no es para
tanto, es incluso bueno. En ocasiones, los miedos enviados desde la derecha
mediática tienen el fin de proteger el régimen de la burbuja, la crisis y la
corrupción. En otras, son de quienes efectivamente ven lo desconocido como peligroso.
También esta opción se encuentra enfrentada con la cúpula del PSOE. Estamos viendo como
no hay muchas diferencias entre la cúpula del PSOE y PP.
Pablo no es Hugo ni iraní, es europeo, doctor y profesor de
universidad. No tiene ni tradición militar
ni ha estado implicado en dictadura
alguna. El contexto social en el que se ha desarrollado es completamente
distinto al de Venezuela. Al igual que la masa social española es distinta y nos movemos dentro del marco de la Unión Europea. Es
una obviedad que a la derecha mediática le gusta ignorar. Es muy improbable que
genere los desastres que se señalan. Podemos tiene ideas interesantes, y casi ningún
invento o extravagancia. Su defensa de la transparencia, coherencia y seriedad
es necesaria que se aplique.
Luego, los independentistas quizás se tranquilicen si se
sienten representados en el Gobierno de España. Si forman parte del Gobierno,
podrán empezar a negociar de forma seria aquellas cosas que generan un
conflicto real entre el Estado y ciertas Comunidades Autónomas. Y
solucionarlas. Es verdad que parte del movimiento independentista en Cataluña
ha sido impulsado por una suerte de retroalimentación partidaria entre el
Gobierno Central y el Autonómico. Con
la bandera, ambos han afianzado su posición política y han logrado desviar la
atención de los efectos de la crisis. Naturalmente, está estrategia no es
deseable. El conflicto irá aumentando hasta que efectivamente Cataluña declare
la independencia. Y tarde o temprano otras comunidades le seguirán. Si algo
puso en relieve las últimas elecciones catalanas, es lo distinto que es el mapa
político en el norte. Si se quiere mantener a España unida, no se puede ignorar
está realidad. Hay que incluirlos, no marginarlos. Por tanto, el pacto con los
independentistas es el primer paso para el entendimiento. Tienen representación
parlamentaria para que sean tenidos en cuenta, y no ignorados.
Alberto es el político mejor valorado, y probablemente el
más respetado. En materia económica su diagnóstico y soluciones son acertadas.
Entiende que el principal problema de España pasa por las características del
sistema productivo y ve el fraude fiscal como otro de nuestros grandes
problemas. La reforma impositiva la ve necesaria en busca de una mayor
progresividad y recaudación. Alberto no es Stalin. Al igual que existen grandes
diferencias entre Hugo y Pablo, las hay entre Alberto y Stalin. Otra obviedad.
Finalmente, España necesita unos representantes que se unan
a Grecia, Italia y Portugal, y negocien con Europa una mayor flexibilidad fiscal
e inversiones. Dentro de la Unión Europea, España necesita a Europa para salir
de la crisis. Necesitamos un Gobierno que busque una mayor unión entre los países,
y que se trabaje hacia una menor heterogeneidad económica y social entre los mismos. En resumen, necesitamos una mayor defensa de los intereses de
España y una reducción de las contradicciones económicas que existen en la UE.
Dicho esto, veo improbable la formación de un gobierno. Otras
elecciones vendrán, espero equivocarme, hay que aprender a trabajar en
Democracia.